martes, 16 de octubre de 2018

Me cago en tu karma, tsssss

Esta historia va de empatía, de altruismo, cooperación...y de cargarse a Mr. Wonderfull.

Como cada tres meses, entraba por la puerta del INEM con la esperanza de un cambio por pequeño que fuera. Esta vez, su cita era en junio, antes del mediodía, con un calor soporífero que se apreciaba por húmeda sobaquera de quien le expidió el ticket con el numerito.

Número 43. Solamente por delante aún restaban 11 puestos. La sala de espera, abarrotada, únicamente quedaba libre un trozo de asiento ocupado en práctica totalidad por las posaderas rebosantes de una gitana cincuenta que se abanicaba con su currículum plastificado.
Allí de pie, observaba el vuelo estúpido de una mosca. 44, 45, 46, 47...Cuando el cartel digital marcó el 48 nadie se acercaba a la mesa libre. Con las mismas se dijo: <por una vez, voy a ser yo quien se cuele> Así fue, tomó asiento.

- Buenos días, ¿Qué necesitaba? Preguntó la funcionaria.
- Venía a actualizar mi CV con este nuevo curso de inglés que me he sacado.
- Dígame sus apellidos para poder abrir su CV de nuestra base de datos.
- Cambronero Borrachero.
Tras unos segundos de vacilación...
- Aquí estás. Licenciado, curso de auxiliar, máster y ahora con un inglés certificado por Cambridge. Muy bien, acabo de recibir una oferta de jard...

Antes de que pudiera acabar la frase la funcionaria, un hombre en silla de ruedas apareció gritando que se le habían colado mientras señalaba con un dedo.
Con un ostentoso tartamudeo quiso disculparse, pero el caballero con diferentes capacidades le espetó irritado:

-¡Que te levantes ya, hombre!
- Hombre sí, pero no a la mitad como tú. Respondió.

Aquella contestación cayó como un jarro de agua fría. La funcionaria agachó la cabeza y el minusválidos levantó su brazo en un ademán de querer golpearle cuando en realidad lo que quería era espantar una mosca que revoloteaba estúpidamente. Iracundo, decidió responder al gesto del minusválido con una colleja lo que, automáticamente le supuso ser expulsado del INEM y la consecuente declaración en comisaría.

Esa noche la pasaría en el calabozo junto al Chuso, el hijo de la Pepi, al que le había salido mal un alunizaje contra una farmacia.