domingo, 30 de noviembre de 2014

Mamá troll

Allí estaba la madre troll barriendo toda la inmundicia de tripas que traían sus hijos trolls de las batallas. Llevaba muchos años viuda cuando al finalizar la tercera edad de los hombres su marido troll murió en el asedio del castillo. 
Estoy harta, pensaba, tengo que pagar la hipotrolleca, tres hijos trolls que no paran de matar elfos, y que no sacan sus estudios adelante. Y para colmo, sola.
Un día se despertó para hacerles el desayuno a sus hijos, unos ricos hobbits empanados aderezados con una salsa de enano y comino de armadura de orco. Los pequeños trolls se sentaron a desayunar y glotonearon sin ni siquiera parar a respirar. Su madre les espetó; hijos míos o empezais a ayudar o me voy de casa. Si me echais una zarpa, podré disfrutar. Aun soy jóven. 
Los tres trolls asentaron simultáneamente haciendo oídos sordos a los ruegos de su madre. Terminaron de desayunar y dijeron que se fueron a estudiar.
Mamá troll acabó de recoger la casa y se vistió. Iba en dirección al súper cuando se topó con otra mujer troll. Chocaron y se disculparon mutuamente. Se miraron a los ojos y rozaron sus manos. Un escalofrío recorrió el cuerpo de ambas, que sin despedirse prosiguieron si camino. 
La jornada trasncurrió sin novedad, haciendo la comida a sus déspotas hijos trolls y recogiendo. 
A la mañana siguiente, los trolls se levantaron y vieron que no tenian el desayuno preparado, y la casa sin recoger y los gritos de su madre para espetarles no se oían. 
Mamá troll se fue a la calle donde chocó con la otra troll, a una hora parecida a la del dia pasado volvieron a chocarse haciendo creer que era coincidencia, pero no lo era. Era un encuentro. Era la primera cita de tantas muchas que vinieron. Era la primera piedra del vinculo que crearon. Eran el nuevo amor resurgido. 
A la mañana siguiente. Los tres trolls vieron a su madre cocinar muy alegre y la preguntaron el motivo. La madre se limitó únicamente a indicarles con la cabeza en dirección al dormitorio. Miraron y vieron a otra troll tumbada. Sobrecogidos corrieron a su madre la cual les sonrió y les dijo: No es lo único. Dirigió su mirada a un papel que había en la encimera; Plan de recluamiento de jóvenes trolls para el Señor Oscuro. Y rió fuerte. Ahora si vais a matar elfos de verdad.
Así mamá troll y su novia troll vivieron felices y comieron hobbits

lunes, 21 de julio de 2014

Matarratas al por mayor

Estuve saliendo con una ratita presumida. Tanto que no olvida echarse matarratas en sus órganos reproductores para espantar a los roedores roneadores. Ella decía que se lo echaba para ser sólo mía. 

Un día salimos por una cloaca cualquiera. Creo que era la que conectaba la 23 con la de tu puta madre. Llegamos a la puerta del pub y el puert nos pidió la identificación. A ella si la dejaron entrar. A mi no. Dijeron que era muy humano como para que el resto de clientes no se sintiera incómodo. Mi ratita entró. Me quedé sentado en el rellano viendo como pasaban, zorros, conejos, unicornios y un tipo con barba que seseaba demasiado. Diría que era gallego. El portero, vio cómo se acercaba dos dromedarias con sus turgentes jorobas tonsuradas. No aguantó más y se fue a ronearlas. Aproveché la ocasión y me colé. La música no era agradable con los bajos muy altos y los graves muy agudos. De hecho yo no oía nada, pero todos se zarandeaban de un lado para otro como si estuvieran en trance. Entonces, empezó a salir humo de la zona del escenario y al disiparse un poco se pudo ver la silueta de un tipo encorvado, calvo y con la barba rodillera y apoyado en un bastón. Se hizo un silencio sepulcral y tio empezó a tirar pastillas de droga caníbal. Vi a mi ratita y me abrí paso hasta ella. La abrace tiernamente y bailamos un rato hasta que oímos un grito. Del baño salío ensangrentada una hiena histerica. Tras ella una estrella de mar con cara malévola. "Hijos de puta. Os voy a comer a todos vuestro jugosos ojos" gritaba enardecida. Agarré a mi ratita y tiré de ella. Vámonos corriendo. Cuando nos abríamos paso, el unicornio empotraba contra la pared a aquella suricata. Y al acercarnos más a la salida; una tortuga se merendaba el clítoris de una elefanta gogó que bailaba por allí. La gente comenzó a gritar despavorida, pero para entonces ya habíamos salido y deshaciamos el camino hasta nuestra madriguera. Fue entonces cuando cuatro ratones, visiblemente bajo los efectos de la droga canibal, se toparon con nosotros. A mi ratita la intentaron fornicar, pero el matarratas hizo efecto. Entonces me fornicaron a mi. Una y otra vez. Con saña y sin ella. Con condón y sin condón. Hasta el fin de los días. Mientras me taladraban el recto como una black and decker el pan de molde, le dije a mi ratita: "a mi se me olvidó echarme matarratas"

martes, 6 de mayo de 2014

El circo y el beso

Esta rara historia comienza con un redoble de tambores, un enano musculado fumando vestido de bailarina y presentando al público el mayor espectáculo que jamás verán.

¡Damas y caballeros, niños y niñas, feos y feas, raros y raras! Me enorgullece haberles traído a su ciudad el glorioso espectáculo circense más esperpéntico y onírico que jamás de los jamases verán con sus ojos. Que dé comienzo el espectáculo. De nuevo un redoble de tambores, rugido de tigres y eructos de los condenados allí presente como público. Mientras tanto los funambulistas tullidos se acoplaban sus extremidades de mentira, el domador terminaba de pintar de verde a los tigres con spray, y la mujer barbuda estiraba las tiras de su trikini.

Los focos apuntaban en el centro donde hacían sombras chinescas en torno al enano presentador.  El tendido aplaudía con firmeza, y cada vez más alto e insistentemente repetían; “que empiece ya, que el público se va, la gente se marea y el público se mea”.  El enano cogió el micrófono.

¡Para abrir apetito amigos míos, aquí os dejo la escena que todos estabais esperando. La ruleta rusa flaneada! dijo haciendo énfasis en las erres. Se retiró de la escena y de la nada apareció una mesa redonda y cuatro personajes a su alrededor: un mono trajeado, un cantaor de flamenco borracho, un mago obeso tartamudo y un extraterrestre con dos cabezas. Sonó un gong y los personajes se abalanzaron sobre el flan que tenían delante y engulleron como pavos. Sonó otro segundo gong y el cantaor de flamenco aun seguía tragando. El resto había ganado. El cantaor, tras su arriquitaun correspondiente, apoyó el revólver contra su sien y el resto de su materia cerebral se esparció como los virus en un estornudo. El cuerpo inerte cayó encima de la mesa. Y así hasta que únicamente quedó el extraterrestre de dos cabezas. Claro, ganó porque tenía dos cabezas. El público gritaba su nombre.

Se hizo un momento de oscuridad, no planeado, si no que gente del público aprovechó para robar cobre de las farolas que suministraban luz a los focos. Se fue la luz, pero no el sonido, y mientras arreglaban los problemas técnicos pusieron música ambiental. Al arreglarse el problema la luz volvió y el enano abrió paso al nuevo número; la mujer barbuda. Con una reverencia se apartó y allí apareció la mujer con tanta barba que podía mesársela con las dos manos. Tenía tantos granos que al explotárselos sonaba como las pompitas del embalaje de los electrodomésticos. La gente comenzó a tener arcadas al verla, hasta que vomitaron de verdad cuando de su vagina sacó un nokia 3310 y un rotulador rosa fluorescente. La gente vomitaba sin parar y comenzó a irse y abuchear hasta que el presentador entró en escena empujando a la mujer barbuda sacándola de los focos y llamando la atención del público con eructos mientras imitaba a un tiranosaurio. El público rió y aplaudió este gesto.



¡Público querido! Sin más dilación, sin más esperas, que las que me estoy comiendo. Dijo mientras mordía dicha fruta. 
- Les presento a los alambristas de este circo, gritó mientras hacía una reverencia hacia atrás.

De repente, de la parte más alta de la carpa apareció una pareja de jóvenes funambulistas que se quedaron al borde de sus respectivos trampolines y el fino alambre por el que iban a cruzar de un lado a otro. El presentador, con tono burlón incitó al público a jalear y añadió un toque más de suspense al número abriendo una trampilla con una piscina desde el suelo con dos tiburones blancos.

La pareja de funambulistas comenzó el recorrido del alambre para juntarse en el centro, paso a paso, iban acercándose más, un poco más, un poco más hasta que ambos se quedaron uno frente al otro, con los brazos abiertos buscando equilibrio. Silencio sepulcral. La pareja se miró, y ante la atenta mirada de 10.000 presidiarios se dieron un beso candente. Tan candente, que prendió en el alma de los reos que aplaudieron con tanto ahínco que de uno de los lados se soltó  el alambre y la pareja cayó a la piscina siendo desmembrada al instante por el implacable apetito de los grotescos escualos.

El público comenzó a sollozar y a arrojar cáscaras de plátano al presentador. Éste respondió haciendo la peineta al tendido mientras los insultaba. Al final el público se marchó abochornado del espectáculo y el enano, sin más escrúpulos que los de un cirujano ciego, llamó al contratista carnotraficante para que le buscase gente igual de rara para el nuevo espectáculo. Eso sí, solamente pidió que fueran de Taipei y la isla de Pascua.

jueves, 10 de abril de 2014

De frente y a la cara

Vamos a pensarlo bien por que no es fácil
¿Cómo que no?
Cuando venga de misa se lo digo, que le gusta, bien, que no, ajo y agua.
¡Cómo me sudan las manos, me duele la tripa!
!Ay! ya viene, ya viene.
Mejor se lo digo antes de comer, cuando se haya acabado el chato
es más, si se bebe tres mejor
¿o se lo digo después de comer?
¿o antes? ¿o en el postre?
¿sobremesa?
¿Y mi madre que dirá?
Ahora sí que viene. Le oigo reírse con sus amigotes
Puntual, como siempre, a las 2, tras la homilía.
Ya entra.
Sin más, de frente y a la cara. No me paro a su reacción.

- Soy gay. Adiós fachas. Vais a perder la guerra. Por cierto.

jueves, 3 de abril de 2014

Carpe diem

Sentado en la butaca sacó del bolsillo de su camisa un paquete de Ducados, se lo acercó a la boca, y sin usar las manos se metió un cigarrillo en la boca.
-Dame fuego, maestro. Y échame otro whisky doble, White Horse con dos hielos.
El camarero extendió el brazo para encenderle el cigarro e inmediatamente después se giró para servirle lo que había pedido.
Eran las dos de la mañana y en el mugriento bar sólo quedaba él, rodeado por cáscaras de cacahuetes y estaba enfrente de un mostrador amarillento tan sucio que ni siquiera permitía ver la clásica tortilla de patatas acartonada hecha desde hacía 20 años. Los chorizos, salchichones y morcillas colgaban como estalactitas de una caverna. Cogió el vaso de tubo y lo empinó agotándolo de un trago.
-Ponme otro. Pero esta vez, no me eches del mierda caballo ese. Échame un Chivas 38 ó 25.
-No tengo. Lo máximo es un DYC de 8.
-Puf. Exclamó. Vaya un bar de mierda. Poniendo énfasis en la primera sílaba de la última palabra.
-Si no te gusta, te vas a un bar de copas. Esto es un bar de barrio. Si lo quieres bien y si no, pues ajo y agua.
-Ajo y agua tu puta madre.
El camarero de recio carácter y grueso físico salió de detrás de la barra hecho un basilisco. La grasa de su pelo le combinaba con la que chorreaba por el delantal. Cogió al hombre por el cuello, le bajó de la butaca y lo sacó fuera del bar de un empujón.
-Mira, hijo de puta; Yo no me levanto a las 6 de las mañana para aguantar a borrachos como tú. Vete a tomar por culo y no vuelvas por aquí.
-Pero cómo no voy a volver si vivo ahí en esa esquina, dijo señalando con el dedo. Comenzó a reírse grotescamente y a caminar en dirección a su casa. Caminaba dando tumbos de un lado para otro, como cuando baila un elefante. Se apoyó en una farola, todo le daba vueltas pero no podía parar de reír. Carpe diem dijo para sí y dio vueltas y vueltas aprovechando las que ya estaba dando su cabeza hasta que cayó al suelo de un tropiezo. Se irguió, sacó otro cigarrillo que se puso encima de la oreja y otro que se puso en la boca. Anduvo hasta que vio a un chino vendiendo latas de cerveza.
-Amigo, dame una latita majo. Y dame fuego. Soltó una carcajada. Le pagó con una moneda de dos euros y se fue sin recoger el cambio. Estiró de la chapa y empezó a beber. La cerveza caía por los lados de la comisura de su boca y desembocaba en su desaliñada e hirsuta barba cana. No le habían encendido el cigarrillo. Bebía y se cruzó de acera por donde no debía. Un coche pegó un frenazo para no llevárselo por delante.
-Mira por donde vas borracho.
-¿Borracho yo? Anda payaso. Contestó y le entró hipo. No dejó de beber hasta que llegó a su portal. Sacó el manojo de llaves. Probó todas y cada una de ellas hasta que dio con la acertada, la metió y accionó la cerradura. Pasó al portal y allí aplastó la lata contra su pecho al tiempo que gritaba como un bárbaro. Siguió con el hipo y con la risa mientras subía hasta su casa en el tercer piso. Una vecina del primero se asomó por la puerta. El hombre la increpó de tal forma que la mujer, consternada, se escondió rápidamente en su casa. Cuando el hombre llegó al descansillo de su piso se le apagó la luz. Fue al botón y sin querer llamó al timbre de la puerta de al lado de su casa. Empezó a reírse y a intentar abrir rápido la puerta de su casa. Nadie abrió la puerta donde llamó sin querer. Por fin entró en su casa descalzándose mientras tiraba los zapatos y dejándose caer a plomo sobre el sofá. El olor de su casa era fuerte, pero ya estaba acostumbrado. Tras un rato se levantó del sofá y fue al servicio. Orinó salpicando toda la taza, ya no solo por el tembleque, si no por el hipo. Dijo para sí mismo; esto me lo quito yo fácilmente. Al salir del baño fue a una de las habitaciones. En ella había numerosos trofeos en sendas baldas colocados. Un traje de luchador de Wrestling enmarcado, una cama hasta arriba de ropa sin planchar y un armario. Se aproximó al armario y lo abrió. El hedor a putrefacción casi le hizo vomitar, pero se tapó la boca y salió corriendo cerrando tras de sí la puerta de la habitación.
Fue al pasillo y encendió la tele, justamente estaban televisando una película de porno erótica. Sin pudor ninguno subió el volumen y se dirigió a la cocina, entre risas, hipo y gemidos cogió un pack de 12 latas de cerveza. Las abrazó y acunó cómo si fuera un bebé. Se dirigió al salón, apoyó las latas en la polvorienta mesa y se quitó los pantalones quedándose en calzoncillos. En un arrebato lanzó los pantalones por la ventana. ¡A tomar por culo! Espetó.
Una a una fue bebiéndose las latas, eructando cada trago, llorando al acabar cada lata, y vomitando cada tres. A las sexta lata, con un dolor de cabeza capaz de doblar a un ogro, sacó otro cigarrillo, se lo encendió y se levantó. Aproximándose al cajón saco un VHS “Los mejores momentos de Puratós”. Sopló la cinta y tosió. La metió en el reproductor y rebobinó hasta que oyó el tope.
Dio al play y se abrió otra lata. En ella se veía a un luchador de Wrestling vestido con unas mallas azules, una camiseta naranja con un símbolo de un cigarro estampado, una máscara kabuki con expresión de sorpresa, y una capa negra. Grotesco todo.
En ella salía peleando contra otros luchadores en la época dorada del pressing catch español; Chicano loco, Toro abulense, Mañico Brutico, el desmigajador, el pasapuré o Julk-ian el verdoso. Aparecía también levantando copas y cinturones dorados, abrazando a hermosas mujeres de pechos voluptuosos y turgentes. En fin, buenos tiempos.
Siguió abriendo cerveza pero ya no se reía, solo lloraba por que cualquier tiempo pasado fue mejor. Acabó con todo el pack de cervezas y se dispuso a acostarse. Decidió que lo mejor sería darse un baño. Mientras se preparaba el baño sacó de la pitillera una bolsita. Cogió la cartera y sacó el carné de socio VIP de PK2, un prostíbulo a las afueras de Madrid. Volcó los polvos y con otra tarjeta los acotó hasta hacer una raya. Puso la nariz a escasos centímetros y aspiró los polvos que entraron directos al cerebro. Los polvos restantes se los restregó con el pulgar por las encías y se chupó el dedo.
Terminó de llenarse la bañera y se metió dentro sobresaliendo únicamente la cabeza. El agua desprendía un vaporcillo de calor que empañó los cristales y azulejos. Se encendió un cigarro cayéndosele la ceniza dentro del agua. Apuró hasta la última calada y tiró el cigarro empujándolo con el dedo gordo e índice de la mano. La colilla seguía ardiendo. Se recostó y se quedó dormido.
La casa comenzó a prenderse gracias a la acción de la suciedad, a la colilla no apagada y los calzoncillos que dejó tirados en suelo. El humo hizo que se despertara tosiendo. Se levantó sobresaltado y frío, pues el agua se había enfriado. Quitó el tapón, y se quedó inmóvil para no salvarse. ¡Satán llévame contigo! Sin más, Satán se lo llevó. A las horas el fuego había arrasado medio edificio. Los bomberos estaban intentando controlar el fuego y la policía acordonaba la zona. Los sollozos de los vecinos eran indescriptibles puesto que veían como sus pertenencias se volvían cenizas. Cenizas sobre cenizas. A las seis horas después del suceso, ya había amanecido y el fuego se extinguió. Una docena de policías con otros tantos bomberos comenzaron a registrar los pisos. De uno de ellos sacaron un bebé calcinado con su cuna al lado de un perro y una mujer mayor, de otro un montón de papeles pues era una gestoría.
-¿Hay algo más en el cuarto piso? Preguntó el comisario.
-En el cuarto nada, señor. Pero en el tercero hemos hallado el cadáver de un hombre a medio calcinar en la bañera. He llamado al forense para que le identifiquen.
-Muy bien. ¿Algo más?
-Si señor. Creo que esto le interesa bastante. En una de las habitaciones había cuatro cuerpos en avanzado estado de putrefacción. Envueltos en bolsas de basura. Los cadáveres son tres hombres y una mujer de entre unos 25-45 años.
-¿Cómo es posible que el armario no se halla quemado?
-Porque el armario, y el canapé estaban acabados con un barniz ignífugo, señor.
-A ver si llegan ya lo forenses y nos dicen quiénes eran esos fiambres.
Al cabo de un rato, mientras el comisario se acababa su cigarro llegó la policía científica.
-¿Qué tenemos? Preguntó el forense.
-Una vieja, un bebé, un perro. Un hombre y cuatro cadáveres. La vieja y el bebé no me corren prisa. Tanta, quiero decir. Me preocupan más el hombre de la bañera y los cuatros cadáveres.
-Vale, vamos a ello.
Tanto la policía, como los forenses subieron al tercero y estuvieron intentando recopilar pruebas. La cinta VHS, pelos de los cadáveres.

A las cuatro semanas de investigación se supo que el que provocó todo era Paco Rodríguez Santos, ex luchador de Wrestling conocido como Puratós. Las otras cuatro víctimas correspondían a Macario Yáñez Pinzón, Hakim Al-Alili, Santiago García Toral y Rosario Bermúdez respectivamente; representante, camello, amigo y ex mujer del susodicho Paco Rodríguez Santos.

martes, 25 de marzo de 2014

Tres días para la salvación

Caminaba solo, con un hacha de cocina, un fusil y una azada de cuando trabajaba de jardinero. Lo había perdido todo, novia, padres, amigos. Solo quedaba mi abuela. Y no es nada fácil cruzar todo el sur de Madrid, hasta llegar al punto de evacuación cargando con tu abuela enferma, y sin hacerte notar mucho. Esta es mi historia.
Soy un hombre, eso lo tengo claro. Lo que no sé muy bien es cómo me llamo. Todo sucedió en cuestión de horas; entraron disparando a toda mi familia reunida porque iban a felicitarme por la noticia de mi próxima paternidad. Todos los pisos de la zona estaban iguales, arrasados, desvalijados y humeantes. Un silencio tenebroso recorría las calles de mi barrio. Oía gatos, perros, palomas y sollozos de personas que entre balbuceos decían el nombre de sus parientes asesinados. Entré en mi casa y vi los cuerpos de mis familiares mutilados y tirados en el suelo como trapos harapientos. No me lo podía creer. Insulté, grité, lloré, maldije tanto que de la presión cerebral caí desplomado al suelo.
Me desperté cuando oí la voz seseante de mi abuela. No sé cómo había sobrevivido, ni me importaba. Por lo menos la tenía a ella. Se acercó y me dijo delicadamente: “vamos niño, a levantarse que es hora de ir a la escuela”. El  Alzheimer estaba segando su vida día tras día, como se filtran las gotas por una fisura en una tubería.
Por suerte la enfermedad de mi abuela estaba tan avanzada que no se percató de que al entrar, la casa estaba llena de cadáveres y que uno de ellos, era mi abuelo. Me levanté y con mi abuela dentro de casa le dije que cogiera latas de comida y las pusiera en una mochila que nos íbamos de allí. ¿A dónde vamos? Me preguntó.
-A Córdoba, abuela, vamos a tu pueblo.
Ilusa e ilusionada se puso a cargar la mochila. Realmente no sabía a qué lugar, pero nos íbamos. Dicen que la vida es movimiento.
No había agua del grifo, luz, ni siquiera cobertura móvil, ni internet, únicamente funcionaba la radio. La encendí y busqué una sintonía. Nada, todas eran del gobierno y nos advertían a los supervivientes que estábamos en una lista. Me eché la mochila con las latas a la espalda, cogí un mechero, la radio y a mi abuela de la mano.
Bajamos y recorrimos el barrio en busca de explicaciones, al igual que el resto de vecinos supervivientes. Mientras mi abuela: “oye niño no me comes nada, te estás quedando más chupado que la pipa de un indio”. Si abuela, sí. Dije para mí.
En los portales había un bando:
“Queridos conciudadanos, por decreto, queda ilegalizada toda vida humana terrícola sin consentimiento del gobierno de Klügon en colaboración con el nuestro. Los ausentes han sido puesto en busca y captura.” 
Cogí el papel y lo rompí sin más. Hijos de puta. Cuando estaba pensando qué hacer o dónde ir, oí que de mi mismo bloque salían unos gritos. Dejé a mi abuela esperando y subí corriendo, crucé  la puerta entreabierta y vi a un vecino que sostenía el cuerpo inerte de su mujer mientras un ser lo apuntaba con su arma. El ser hablaba guturalmente y mi vecino le increpaba para que le disparase.
Le grité al ser, pero no se giró. Le grité más alto y tampoco. Entonces....

miércoles, 19 de marzo de 2014

Dispárate disparate

¡Dispárate disparate!
Estaba yo en la cama haciendo guarrerías con mi novia cuando de repente, la celosa de mi perra saltó, mordió a mi novia y la pinchó. Decidí ponerle un parche para que dejara de fumar, a mi perra. Y a mi novia le hice un torniquete con una bolsa del mercadona. Até a la atea de mi perra, y a mi novia la llevé al médico. Éste me dijo que qué barbaridad. Vaya pechos tan turgentes para una muñeca hinchable. Lo del mordisco no tenía solución. Con las mismas llamé a mi amigo el arlequín funambulista. Vente para mi casa y traete algo gordo. Literal; trajo consigo un mago go gordo, que además era tartamudo, un mono con revólver y un cantaor de flamenco borracho. Mientras venían, fui en busca de una novia nueva. Más resistente a los mordiscos y con un conducto mayor para desechar los fluídos. 
El caso, llegué a casa y puse a mi novia en el tendedero para que se le quitase un poco el olor a plasticucho. Timbre. Abro y subió toda la tropa. Vamos a jugar a comer flanes de un bocado, y el que no lo haga; se encañona con el revólver y aprieta el gatillo. La ruleta rusa flaneada la llamo yo. Empezamos a jugar y el único que acabó con la sesera hecha papilla fue mi amigo el arlequín. Limpiamos los restos con espátulas y el cabrón del mono empezó a cagarse y juguetear con su mierda. Vamos no me jodas; acabamos de recoger la materia gris del arlequin y ahora se nos caga el mono... Arriquitaun, taun, taun...y el turno para el cantaor. Qué ganas de que se fueran. 
Cuando por fin se marcharon, quité del tendedero a mi nueva novia y la inflé. Me disponía a montarla cuando mi perra, la celosa del principio saltó a morderla. Pero como era más resistente... Cuando estaba acabando la faena, llegó el médico de la mano con mi anterior novia. Será hijoputa. Me he gastado el dinero y resulta que mi exnovia sí tenía solución; un parche antitabaco.

martes, 11 de marzo de 2014

La fortuna de Macario

Como cada mes Macario iba a su barrio. Concretamente al parque donde se crió. Una vez allí hacía la ronda de saludos; Padres, Luís el de la bodega, Paco el de la frutería, Carmen la de los veinte duros, y yo, Isra, el quiosquero.

-¿Cómo vas Macario?
- Aquí andamios.
- Macario, no cambias nunca macho. Hoy tengo una sorpresa para ti. Toma. Mira la portada, anda.
- Cae el muro de Berlín. Joder quiosquero. Gracias. Este es muy antiguo.

Exacto. Le regalo a Macario los periódicos pasados. Al chaval la verdad es que le hace mucha ilusión, y a mí me viene de perlas porque me deshago de la hemeroteca improvisada. Porque la gente es muy de; “Isra, guardame el tal, cual…” y luego no vienen a por ellos y yo guardo y guardo y no tiro nada.

En realidad le guardo los periódicos altruistamente, porque sé que Macario lo está pasando realmente mal por la crisis. No le pido nada a cambio. ¡Cómo voy a cobrar al chaval!, si no tiene un euro para caerse muerto. Sé de buena mano que volver a su barrio es un remanso de paz, para olvidar el paro, el desahucio y la enfermedad de su mujer, Álex.

Resulta que a la semana y pico de estar por allí el banco ejecutó la orden de desahucio. Fuimos todos a apoyarle, estaban los de la plataforma, sus padres, amigos. Montamos un pifostio del carajo. Pero nada, tras horas de lucha al final la policía entró como un elefante en cacharrería y bueno, ya sabéis.

Con sus bártulos Macario, su mujer y la pequeña Itziar pusieron rumbo a casa de los padres de Macario. Los padres de Macario eran unos cordobeses emigrantes tras la guerra, trabajadores, luchadores y honrados.

El caso es que llevaban ya unos cuantos años jubilados, y tampoco tenían tanto dinero como para mantenerse ellos, a Macario, la enfermedad de su mujer y la niña de seis añitos. Con todo lo que eso implica.

Las semanas venideras no fueron especialmente fáciles. La enfermedad de Álex, empeoró. Macario no encontraba curro y la convivencia con sus padres, lejos de ser mala, no era la mejor…

Un día Macario se levantó, a las 4;45 y marchó al parque donde había oído que un pistolero cogía gente para trabajar diariamente. Llegó allí y vio una fila de unas treinta personas; colegas de su barrio de toda la vida, hombres mayores que él, chicos más jóvenes que él.  Se puso a la cola y al cabo de 5 minutos llegó una pick up y de ella se bajó un tipo engominado y fumando un puro.

-Necesito dos tíos para alicatarme los suelos de mármol del baño de mi casa. 30 euros las 12 horas. Dijo.

Macario pensó para sí, vaya hijo de puta, explotador. Su sorpresa fue que todos se marcharon farfullando. Se quedó él y Nguemo, un nigeriano que conocía del barrio hace ya años.

Una vez en casa vio que su madre y su mujer no estaban. Su padre le dijo que Álex había tenido un ataque y estaba en urgencias. Macario marchó corriendo al hospital. Por suerte pudieron estabilizar a Álex aunque estuvo la noche en observación. A la mañana siguiente volvieron a casa y Macario bajó al parque a despejarse un rato.

Me pidió un periódico y se cogió una cerveza del chino. El periódico que le di databa de hace 10 años: 192 muertos en un atentado en Madrid.

- Joder Isra, vaya alegría me has dado.
- Ya lo sé Macario, pero era el que tenía debajo. Lo siento.

Mientras bebía y leía  sentado en el banco del parque donde tanto buenos momentos había pasado de joven, llegó un tipo trajeado. Rodeado de cámaras de televisión.

-Perdona, ¿querrías participar en este concurso? Puedes ganar 25.000 euros contestando a una única pregunta. Si aciertas, ganas. Si no, te quedas igual.
-Sí, tío, me vendrían de perlas.
-Allá vamos. ¿Cuál era el nombre oficial del muro de Berlín?
-Ostras, si lo leí el otro día. ¿Muro de protección antinazi?
- ¡No! Lo siento, has fallado.

Entonces el presentador vino hacia mi quiosco. Me formuló la misma pregunta y contesté: Muro de protección antifascista, derribado en 1989.

-Perfecto. Has ganado 25.000 euros. ¿Qué vas a hacer con ellos?

-Pues mira, se los doy a Macario, el chico que ha fallado antes, y que lo está pasando horriblemente mal por los putos políticos estos. Todo para él y su familia.

Al enterarse Macario me lo agradeció tanto, pero el brillo que había en sus ojos no era por el dinero, sino porque su mujer le había dicho que estaba otra vez embarazada. No sabemos si será niño o niña, lo que sí sabemos es que si es niño se llamará Israel.

jueves, 27 de febrero de 2014

Caguitis aguda

Estás tumbado en la cama. De noche. A oscuras. Tapadito y calentito. De repente te incorporas porque ves en el umbral de tu habitación un adorable pingüino de juguete que habla si le tiras de una cuerda. Todo se tiñe siniestro cuando ves que el pájaro bobo habla sin que nadie haya tirado de la cuerda. ¿A vosotros nos os parece acojonante? 

- ¿Quieres jugar conmigo?
- ¡Te quiero!
- ¡Me gustan las cosquillas!
- ¿Me quieres?

Me cago en la puta, mientras lo escribía me he cagado encima.

- ¡Mamáaaaaaaaa! traeme mi pingüino de peluche que he tenido una pesadilla.

martes, 25 de febrero de 2014

Relato. Raíz cuadrada de Macario.

¿Qué opina usted sobre el alza económica de la nanotecnología?

Bajó por las escaleras a toda leche. Hoy era un día importante. Desayunó cereales en un tazón tan oscurecido por el cola cao que ni siquiera se distinguía el extremo de la cuchara salvo porque sobresalía.
Se oía en la tele: ..."España se encuentra en el puesto 129 del ránking de imaginación infantil"... La madre cambió de canal tan rápido que, con la coincidencia las voces simultáneamente dijeron: No ten-go más ma-es-tro que mi pro-pi-a i-ma-gi-na-ci-ón.
....
¡Macario! ¿Raíz cuadrada de 372?
SILENCIO. MURMULLO. RISAS
....
Sonó el timbre. Era el recreo y se disponía a sacar su montado de chorizo cuando el profesor Dracón le espetó: "sin comer y directo a la biblioteca de la escuela. Y allí ya verás cómo aprendes a hacer raíces cuadradas".
Legaron a una sala amplia, el profesor tomó asiento. El chico también. Se produjo un silencio incómodo solamente roto por el golpe del libro sobre la mesa: "Léete eso, voy a desayunar. Cuando vuelva te pregunto".
El muchacho abrió el libro. Busca la cifra que multiplicada por sí misma...bla bla bla. Levantó la cabeza y lo vió. Grueso, colorado y grande; Un libro de aventuras.

Se levantó del suelo, parecía estar en medio de un circo medieval. Pero diferente: Los ratones llevaban brillantes armaduras y pletóricos blasones, los reyes eran enanos más bajitos que él. Los trolls eran los sabios consejeros y los dragones eran las mascotas de los reyes. Estaba tan encantado con el ambiente que giró sobre sí mismo y no vio llegar el carruaje Real tirado por dos hienas. Tan cerca estuvo que casi le atropellan. De la que te has librado pensó para sí.

¡Macario! Papel y lápiz. Haz la raíz cuadrada de 1537. Macario se guardó rápido en libro en la mochila. "Serás vago, no estabas leyendo"....Lo llevaron de la oreja hasta el despacho del director y allí, como un jabato aguantó la reprimienda. Oía, pero no escuchaba; bla bla bla. Sólo pensaba en ese circo medieval. 

Llegó a casa y ni siquiera comió. Marchó directamente a su cuarto a leer.
Al regresar al circo, unos ratones lo vieron y como persona extraña decidieron llevarlo al rey. Éste, poderoso y sabio enano, dictaminó que podría quedarse como consejero si sabía la raíz cuadrada de 1936. Macario lloró y salió del cuento por el foso de los besugos.

"Tienes que hacer los deberes, si no, no vas a poder ser ingeniero en nanotecnología como Papá". 

Lloró, y nunca más se volvió a saber de Macario en el circo medieval. Dónde sí se supo de él fue tras veintidós años, cuando acabó la carrera de nanotecnología y se hizo director de la empresa de su padre. 

Macario tuvo un hijo al que todos los días le contaba lo bien que lo pasó en aquel mercado medieval. El hijo de Macario no sólo estuvo en ese mercado, si no que viajó en un barco lleno de pirtas, y estuvo en la selva con animales, y luchó contra los malos en castillos

El hijo de Macario sí supo resolver la raíz cuadrada de su padre.