Como cada mes Macario iba a su barrio. Concretamente al parque
donde se crió. Una vez allí hacía la ronda de saludos; Padres, Luís el de la
bodega, Paco el de la frutería, Carmen la de los veinte duros, y yo, Isra, el
quiosquero.
-¿Cómo vas Macario?
- Aquí andamios.
- Macario, no cambias nunca macho. Hoy tengo una sorpresa para
ti. Toma. Mira la portada, anda.
- Cae el muro de Berlín. Joder quiosquero. Gracias. Este es
muy antiguo.
Exacto. Le regalo a Macario los periódicos pasados. Al chaval
la verdad es que le hace mucha ilusión, y a mí me viene de perlas porque me
deshago de la hemeroteca improvisada. Porque la gente es muy de; “Isra, guardame el tal, cual…” y luego
no vienen a por ellos y yo guardo y guardo y no tiro nada.
En realidad le guardo los periódicos altruistamente, porque sé
que Macario lo está pasando realmente mal por la crisis. No le pido nada a
cambio. ¡Cómo voy a cobrar al chaval!, si no tiene un euro para caerse muerto.
Sé de buena mano que volver a su barrio es un remanso de paz, para olvidar el
paro, el desahucio y la enfermedad de su mujer, Álex.
Resulta que a la semana y pico de estar por allí el banco
ejecutó la orden de desahucio. Fuimos todos a apoyarle, estaban los de la
plataforma, sus padres, amigos. Montamos un pifostio del carajo. Pero nada,
tras horas de lucha al final la policía entró como un elefante en cacharrería y
bueno, ya sabéis.
Con sus bártulos Macario, su mujer y la pequeña Itziar
pusieron rumbo a casa de los padres de Macario. Los padres de Macario eran unos
cordobeses emigrantes tras la guerra, trabajadores, luchadores y honrados.
El caso es que llevaban ya unos cuantos años jubilados, y
tampoco tenían tanto dinero como para mantenerse ellos, a Macario, la
enfermedad de su mujer y la niña de seis añitos. Con todo lo que eso implica.
Las semanas venideras no fueron especialmente fáciles. La
enfermedad de Álex, empeoró. Macario no encontraba curro y la convivencia con
sus padres, lejos de ser mala, no era la mejor…
Un día Macario se levantó, a las 4;45 y marchó al parque donde
había oído que un pistolero cogía gente para trabajar diariamente. Llegó allí y
vio una fila de unas treinta personas; colegas de su barrio de toda la vida,
hombres mayores que él, chicos más jóvenes que él. Se puso a la cola y al cabo de 5 minutos
llegó una pick up y de ella se bajó un tipo engominado y fumando un puro.
-Necesito dos tíos para alicatarme los suelos de mármol del
baño de mi casa. 30 euros las 12 horas. Dijo.
Macario pensó para sí, vaya hijo de puta, explotador. Su
sorpresa fue que todos se marcharon farfullando. Se quedó él y Nguemo, un
nigeriano que conocía del barrio hace ya años.
Una vez en casa vio que su madre y su mujer no estaban. Su
padre le dijo que Álex había tenido un ataque y estaba en urgencias. Macario
marchó corriendo al hospital. Por suerte pudieron estabilizar a Álex aunque
estuvo la noche en observación. A la mañana siguiente volvieron a casa y
Macario bajó al parque a despejarse un rato.
Me pidió un periódico y se cogió una cerveza del chino. El
periódico que le di databa de hace 10 años: 192 muertos en un atentado en
Madrid.
- Joder Isra, vaya alegría me has dado.
- Ya lo sé Macario, pero era el que tenía debajo. Lo siento.
Mientras bebía y leía
sentado en el banco del parque donde tanto buenos momentos había pasado
de joven, llegó un tipo trajeado. Rodeado de cámaras de televisión.
-Perdona, ¿querrías participar en este concurso? Puedes ganar
25.000 euros contestando a una única pregunta. Si aciertas, ganas. Si no, te
quedas igual.
-Sí, tío, me vendrían de perlas.
-Allá vamos. ¿Cuál era el nombre oficial del muro de Berlín?
-Ostras, si lo leí el otro día. ¿Muro de protección antinazi?
- ¡No! Lo siento, has fallado.
Entonces el presentador vino hacia mi quiosco. Me formuló la
misma pregunta y contesté: Muro de protección antifascista, derribado en 1989.
-Perfecto. Has ganado 25.000 euros. ¿Qué vas a hacer con
ellos?
-Pues mira, se los doy a Macario, el chico que ha fallado
antes, y que lo está pasando horriblemente mal por los putos políticos estos.
Todo para él y su familia.
Al enterarse Macario me lo agradeció tanto, pero el brillo que
había en sus ojos no era por el dinero, sino porque su mujer le había dicho que
estaba otra vez embarazada. No sabemos si será niño o niña, lo que sí sabemos
es que si es niño se llamará Israel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario